Cine argentino contemporáneo: La idea de un lago

Por: Juan José González Mejía

En “La idea de un lago”/ Argentina- Suiza- 2016, basada en el libro “Pozo de aire”, de Guadalupe Gaona, la directora Milagros Mumenthaler urde un filme intimista, entrañable, cocido a un ritmo parsimonioso, adecuado y pulsado en la nostalgia por un pasado que sí es posible rescatarlo a través de artilugios como la fotografía o la narración.
“La idea de un lago” es la inspección de un pasado enterrado, doloroso que no se iza con la intención de una loa o un resarcimiento cívico. Es un parte de guerra memorioso, familiar donde la niña, la joven y la mujer adulta Inés/ Carla Crespo cubrirán un espectro de encuentros idílicos, de descubrimientos sensoriales y de esperanzas ante la llegada de su hijo.
Después de separarse de Pablo/ Juan Barberini, Inés se refugia en una casa veraniega en la Patagonia argentina. La preparación de un libro con fotos y poemas sobre su familia – impulsada por la única fotografía que guarda de su padre cuando ella tenía dos años – será el punto central de un filme que en sí no tiene un foco de atención. Es un corpus visual minimalista, cándido (la linternas en la oscuridad lúdica), surrealista (el Renault/ Correcaminos florando en el lago al compás de Neil Diamond) y fresca (Inés mirando/ hablando con vaho a la cámara).
“La idea de un lago” no es un alegato contra trozos que duelen en la historia contemporánea de la Argentina: el padre desaparecido durante la Dictadura militar, y que a su esposa/ Rosario Bléfari aún le lastima. Es la localización de un deber moral: instaurar la memoria (“deseo”, T.S. Eliot dixit) como recurso de conocimiento y resguardo de un porvenir ya no unilateral sino para compartirlo con el hijo que viene en camino.
“La idea de un lago” es una aventura, una apuesta poética, sutilmente desgarradora donde la fotografía del padre (poderosa secuencia en el ordenador cuando Inés “acaricia” dicha imagen) es la punta de un iceberg sentimental que enseña el imaginario individual de Inés donde los paisajes arrobadores son la materia prima no para preparar el libro de marras que tiene que hacer para su editor, sino para entender que el presente está formado también de “esas lucecitas que también dan vueltas en el estómago”.
Película de memorias y de territorios íntimos, contada en tres tonos como afirmando que el acto de la recordación no es uniforme. Del granulado analógico al video tape y al digital, el largometraje de Milagros Mumenthaler es un atisbo libre y vigoroso sobre la infancia a la cual siempre acudimos para seguir aprendiendo o, en el mejor de los casos, renovar fuerzas vitales…

Deja un comentario